Por Gerardo Cartagena Crespo
Estudio bíblico sobre la existencia de un estado de purificación que la Iglesia llama Purgatorio
En este artículo descubriremos que, la doctrina del Purgatorio sí está en la Biblia, que Cristo la enseñó, que la diferencia entre pecados mortales y veniales sí es enseñanza bíblica, que se puede orar por los difuntos y que todas las doctrinas relacionadas a la existencia del Purgatorio se fundamentan en la Biblia. Con estos fundamentos bíblicos, como veremos, la verdad católica se fortalece y se ilumina, mientras que las doctrinas protestantes quedan al descubierto como invenciones puramente humanas.
La palabra Purgatorio no está en la Biblia, asegurará el protestante, pero esa es una excusa absurda para desviar la fuerza de la argumentación bíblica que apoya la verdad católica. Los protestantes y afiliados apoyan sus interpretaciones en dos doctrinas inventadas por los hombres, en este caso Martín Lutero, y que no poseen ningún fundamento bíblico (que NO está en la Biblia): "sola fide" solo la fe, "sola scriptura" solo la Escritura. Luego no deberían utilizar ese estribillo contra los católicos, puesto que con él se están hundiendo en las arenas movedizas del error y del auto-engaño.
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Nota. Para quien desee profundizar en este tema: "Tres doctrinas que evidencian que el protestantismo no se fundamenta en la Biblia, sino en enseñanzas humanas"
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Nota. Este estudio posee muchos enlaces para ampliar diversas ideas aquí expuestas, si lo deseas te recomiendo leas primero este articulo en su totalidad y luego entra a los enlaces.
La doctrina del Purgatorio es una verdad de fe llena de esperanza y nos presenta un acto de la Misericordia de Dios, y a la misma vez es una de las verdades de fe más atacada no solamente por no católicos (lo cual es de esperarse), sino también por "fuerzas" internas en la Iglesia Católica que, al igual que ocurre con la existencia de Satanás y el Infierno, es negado o puesto en duda (para entender esta terrible realidad, importante leer 2 Tesalonicenses 2,1-14). De aquí que el Catecismo de la Iglesia Católica es, junto con la Biblia, un libro sumamente indispensable para el católico de hoy en defensa de estas verdades, máxime que su contenido se fundamenta en la Sagrada Escritura (de aquí que esté repleto de textos bíblicos) y la Tradición Apostólica (fuente de la que la Iglesia también se alimenta, pues son las enseñanzas que transmitieron los Apóstoles a sus discípulos -ver 2Timoteo 2,2; 2Tesalonicenses 2,15; Mateo 28,18-20- muy distinto a las tradiciones humanas de las que falsamente acusan los protestantes).
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Nota. Cuando los protestantes dicen que tal palabra no está en la Biblia, cuando se trata de una doctrina católica ("Si no aparece el nombre, no es verdad"), convierten así la Biblia en un libro de referencias o vocabulario de palabras.
Para ampliar esta idea, te refiero al siguiente artículo.
"Definición de la Biblia según católicos y protestantes", toca aquí.
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Nota. En este artículo que vas a leer a continuación hallarás información que ya había utilizado en otra parte.
I. SANTIDAD Y PERFECCIÓN CRISTIANA.
La santidad perfecta es el requisito indispensable para poder acceder al Cielo y, como dice San Pablo, estar cara a cara ante el Rostro de Dios.
Para poder entender la doctrina del Purgatorio también debemos saber y entender hasta donde llega la exigencia de vida cristiana y si existe algún valor heroico en tal exigencia. La doctrina inventada por un hombre (Martín Lutero) en la que se fundamenta el protestantismo, en su raíz y origen, niega tal exigencia y valor heroico, pues si con sólo confesar el nombre de Jesús ya se es salvo, y si con esta confesión ya no se necesita nada más, toda obra buena viene sobrando y todo acto heroico sería superfluo e innecesario para la salvación. Pero siendo que esta doctrina se fundamenta en otra doctrina inventada por un hombre y no posee ningún fundamento bíblico ("sola scriptura"), su razón de ser se estrella y se destruye contra la verdad de la Biblia, muy diversa a la doctrina protestante. Por eso Jesucristo y San Pablo enseñaron el esfuerzo personal, cooperando con la gracia divina, para, junto con la fe, alcanzar la salvación eterna.
Pero dirá el protestante que San Pablo enseñó que es confesando el nombre de Jesús que seremos salvos y Jesús así también lo ha manifestado. Esto es cierto, pero para entender lo que han dicho no se puede quedar con el texto, es en el contexto que tales palabras (de Jesús y San Pablo) adquieren su verdadero sentido. Veamos, pues, el contexto que tanto es ignorado por los protestantes y afiliados.
1. Jesús (y la Biblia en general) nos invita a ser santos y perfectos como lo es Su Padre (Mateo 5,48; 1Pedro 1,16; Levíticos 19,2), es decir, la Biblia nos enseña y advierte que nada manchado puede estar ante la presencia de Dios, por consiguiente, esa santidad y perfección tiene que ser en grado de absoluta pureza y perfecta caridad (1Corintios 13). Es decir, en contra de lo que indica la doctrina inventada por Martín Lutero de "sola fide", la entrada al cielo no va a ser ni es nada fácil:
*Lucas 13,22-30: "Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. «Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Y os responderá: "No sé de dónde sois." Entonces empezaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas"; y os volverá a decir: "No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!" «Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera."
Con esta advertencia Jesús tira por tierra y desacredita la doctrina de hombres de "sola fide". Sí, es importante la fe, pero una fe acompañada con el esfuerzo personal el cual, cooperando a la gracia divina alcanzada por Cristo en la Cruz, nos ayudará a alcanzar la salvación. Esfuerzo del cual nos habla San Pablo y que más adelante estudiaremos.
*Mateo 24,11-14: "Surgirán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos. Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de la mayoría se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.
Aquí Jesús nos advierte de cómo la influencia de enseñanzas errónea de los falsos profetas debilitarán la fe y, sobre todo, la caridad que se manifiesta en el obrar, provocando con ello un desinterés por realizar obras en favor de los más necesitados. ¿No será la doctrina de hombres "sola fide" una de esas falsas doctrinas? Si con sólo la fe es suficiente y no hace falta nada más para salvarse, ¿por qué tanto esfuerzo? Obras de caridad, que la hagan otros, no son necesaria para la salvación. Entonces ¿por qué todas las veces que la Biblia habla del juicio de Dios éste se dará en base y según las obras realizadas y no según la fe? Obras que determinarán el destino eterno de cada individuo.
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Para quien desee información sobre fe y obras, toca aquí: "Tres dogmas del protestantismo"
Nota. De hecho, la Iglesia Católica es considerada como la organización de ayuda humanitaria más grande del mundo. Ver, "Aportaciones de la Iglesia Católica a la Humanidad" en facebook.
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*Mateo 7,21-23: "«No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!"
Con estas enseñanzas de Jesucristo, la doctrina no bíblica protestante ("sola fide" -sólo la fe-), se hunde en las arenas movedizas de enseñanzas de hombres. El hecho de que Jesús pide y exige de todo aquel que asegura tener fe en él, un gran esfuerzo personal en el cumplimiento de sus deberes cristianos y no meramente una confesión de fe, nos ayudará a entender que, no es solamente "Señor, Señor", ni solamente hacer campañas evangelísticas, ni expulsar demonios o hacer milagros, sino y sobre todo hacer "la voluntad de mi Padre celestial"; y ese hacer la voluntad del Padre conlleva mucho esfuerzo para poder entrar por la puerta angosta. Y ¿en qué consiste ese esfuerzo? Es San Pablo quien nos lo indica.
*1Corintios 9,24-27: "¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, mas uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis! Los atletas se privan de todo; y eso ¡por una corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible. Así pues, yo corro, no como a la ventura; y ejerzo el pugilato, no como dando golpes en el vacío, sino que golpeo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo proclamado a los demás, resulte yo mismo descalificado."
Para San Pablo la fe, aunque es importantísima, no es suficiente para salvarse si no hay un esfuerzo personal. Pero cuestionará el protestante: "¿Por qué San Pablo, en otra parte, indica que las obras de la ley son ineficaces frente a la fe? (ver: Gálatas 2,16 y todo el capítulo 3) ¿no hallamos contradicción en ello?" Así es, las obras de la ley son ineficaces e innecesarias frente a la fe. Fíjate que San Pablo especifica "las obras de la ley", no las buenas obras que en el Nuevo Testamento son exigidas, junto a la fe, como requisito indispensable para la salvación (ver Santiago 2,14-26). Y ¿cuáles son esas "obras de la ley"? Pues las que, para el Pueblo del antiguo Pacto le era exigido cumplir para mantenerse dentro de la Alianza como la circuncisión, los sacrificios de animales, las diversas festividades y demás obras impuestas en la Ley de Moisés, todo ello caduco y superado por la nueva y definitiva Alianza o Pacto fundamentado en el nuevo mandamiento dado por Jesucristo, "amense los unos a los otros como yo los he amado". Y esta ley del amor sí que exige sacrificios y mucho esfuerzo.
Es así que Jesucristo nos invita, a pesar de la maldad en el mundo, a perseverar hasta el final. Es así también que, la salvación no es sólo por fe, sino la fe junto con las buenas obras.
*Mateo 10,22: "Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.
Esta verdad nos invita a no ser pasivos ante la fe, sino a obrar conforme la caridad y la verdad.
Luego si la manifestación de la fe en Jesucristo exige mucho esfuerzo (como el perdonar a mi enemigo), un desprendimiento total de sí mismo en beneficio del prójimo ("anda ve y vende todo lo que tienes, dáselo a los pobre y luego ven y sígueme", "quien quiera seguirme tome su cruz"), pero ¿quién podrá cumplir al cien por ciento con tales exigencias? De que hay quienes podrán llegar, sí los hay (los que construyen su salvación con materiales nobles, de gran valor y heroísmo -1Corintios 3, 12-), pero la inmensa mayoría apenas podrán llegar a una fracción de esa exigencia (los que construyen su salvación con materiales de poco valor, los que se conforman con los intereses y no dan el máximo de sí -1Corintios 3, 12- ). San Pablo indica de estos segundos que, aunque se salven tendrán que sufrir las consecuencias "como quien pasa por el fuego" (-1Corintios 3, 15-), es decir, por medio de una purificación.
Si analizamos y reflexionamos en la enorme importancia que Jesús y San Pablo dan al esfuerzo y exigencia de la vida cristiana y de cómo vivir la fe con heroísmo, la existencia del Purgatorio o estado de purificación tiene sentido y razón de ser en la infinita misericordia de Dios "que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad (1Timoteo 2,4).
II. Pecados Mortales y veniales, ¡sí están en la Biblia!
1. Jesús nos advierte que, "yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado" (Mateo 12,36-37).
2. También Jesús nos advierte que "Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego" (Mateo 5,22: -Biblia de Jerusalén). En esto muchísimos protestantes fanáticos (y algunos católicos también para con los protestantes) fallan y faltan a la caridad al llamar a los católicos "hijos del diablo", y de modo generalizado "adulteros, borrachos, asesinos, pedófilos y violadores, idólatras y adoradores de demonios...", dando la impresión, con este modo de juzgar, que han bajado a Jesucristo del Trono de Justicia y se han sentado ellos recitando todas estas palabras "ociosas" sin ninguna distinción de persona. Según lo dicho y advertido por Jesucristo, el juicio sobre ellos (estos protestantes incluidos católicos) será terrible.
3. Ahora bien, sucede que para los protestantes no existe diferencia en la gravedad de pecados y, por consiguiente todo pecado lleva a la condenación eterna, es decir, que son pecados de muerte. Luego por causa de estas "palabras ociosas" serán condenados todos los que con ellas mueran. Los pecados veniales no existen, eso es una invención de los "curas" para engañar. Además esa diferencia de pecados mortales y veniales no está en la Biblia. Veamos.
4. Pecados que son y no son de muerte
San Juan nos dice y enseña que "si alguno ve que su hermano comete un pecado que no es de muerte, pida y le dará vida -a los que cometan pecados que no son de muerte pues hay un pecado que es de muerte, por ése no digo que pida-. Toda iniquidad es pecado, pero hay pecados que no llevan a la muerte" (1Juan 5,16-17).
Como vemos en esta enseñanza de San Juan, sí existe una marcada y profundísima diferencia entre el pecado que lleva a la muerte (de condenación eterna y por ello pecados mortales) del que no lleva a la muerte (pecados veniales y por consiguiente, que no llevan a la muerte o condenación). Lo interesante de la enseñanza de San Juan es que deja bien claro dicha diferencia al indicar que, "toda iniquidad es pecado, pero hay pecados que no llevan a la muerte", a diferencia de la enseñanza protestante que dice todo lo contrario. Luego, la doctrina protestante de que no hay diferencia en cuanto a la gravedad de los pecados se hunde en las arenas movedizas de la libre interpretación de la Biblia (doctrina esta inventada por los hombres).
Por consiguiente, si hay pecados que NO son de muerte y siendo la muerte espiritual camino seguro a la condenación eterna, estos pecados no de muerte tampoco son de condenación eterna, pero impiden el acceso al Reino de Dios en el cielo. Entonces ¿A dónde deben dirigirse los que mueran en ese estado de pecados no de muerte? De aquí que la existencia de un estado de purificación se ve muy evidente en la doctrina de San Juan.
Otro punto muy importante, ¿por que San Juan pide oración por quienes han cometido pecados no de muerte y se la niega a los que comente pecados de muerte? ¿No estará yendo contra la caridad cristiana con esos consejos, máxime que Jesucristo nos exhorta a perdonar a quienes nos odian y orar por quienes nos persiguen? (Mateo 5,43-45). Luego no es que San Juan esté contradiciendo a su Maestro, sino que, para entender esta enseñanza de San Juan hay que leer entre líneas: ¿no será que su recomendación va dirigida a orar por los difuntos? Y es que, quien comete pecado de muerte y se condena ya no necesita oración, pero sí por quien muere sólo en pecado que no lleva a la muerte.
Los protestantes buscarán y rebuscarán mil explicaciones a esta enseñanza de San Juan, pero por más que lo intenten la diferencia en la gravedad del pecado está bien clara: "Toda iniquidad es pecado, pero hay pecados que no llevan a la muerte".
III. Desagravio y reparación en la vida presente o en un estado de purificación después de la muerte
El pecado conlleva una doble pena, si es de muerte (mortal) conlleva la condenación eterna y pena temporal, pero si no es de muerte (venial) conlleva pena temporal y requiere plena satisfacción por el daño ocasionado.
Nota. El pecado mortal conlleva ambas penas. Si el que lo cometió se arrepiente y pide perdón, Dios de seguro le perdona, pero el daño hecho debe ser reparado.
El protestante dirá que, "quien se arrepiente y acepta a Jesucristo como su Salvador, será limpiado y la sangre de Cristo cubrirá sus pecados". Sí, es cierto y como católicos así lo creemos que la sangre de Cristo borra los pecados y NO simplemente los cubre, pero el daño, por ejemplo, hacia una persona calumniada y difamada está hecho y merece, por caridad y justicia, ser reparado. Entonces ¿qué nos dice la Biblia al respecto.
1. Para los católicos esa reparación se dará de dos maneras, una, en este mundo, esforzarse por corregir el daño producido al prójimo, por ejemplo, desmintiendo las calumnias y restituyendo, en lo posible, la dignidad del calumniado; y con actos de caridad, como bien enseña San Pablo, al unir todos los actos de nuestra vida a los sufrimientos de Cristo por el bien de su cuerpo, que es la Iglesia:
*Colosenses 1,24: "Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;..." (Biblia Reina-Valera 1960).
O sea, según la doctrina de San Pablo los padecimientos de Cristo ¿están incompleto? En cuanto al valor de la redención realizada en la cruz del Calvario, no. Esta obra es de valor infinito. Pero para que sea aprovechada al máximo por parte del redimido, éste debe aceptar, por amor a Cristo, sus propios padecimientos y, uniéndose a los padecimientos de Cristo, ofrecerlos por la Iglesia; también de mucho fruto espiritual debe realizar obras que demuestren un deseo genuino de entrega total a la voluntad divina, y actos con los que debe reparar los daños producidos por los pecados cometidos "en favor del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia." Es por eso que el cristiano, a semejanza de San Pablo, "todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado" (1Corintios 9,25-27 -Biblia Reina-Valera 1960-).
En San Pablo vemos una clara doctrina católica de reparación, desagravio y de entrega total a Jesucristo por medio de la mortificación y el sacrificio unidos a la pasión de Cristo por bien de la Iglesia.
a. En qué consiste la reparación de los pecados
La Parroquia de Nuestra Señora de Fátima nos da una enseñanza muy clara al respecto:
"¿Qué es reparar nuestros pecados?
Para entender lo que es reparar las ofensas, pongamos un ejemplo:
Tú tienes un padre al que respetas, admiras y amas mucho. Un día, sin razón alguna, tomas un objeto que él quiere y cuida mucho para aventarlo y destruirlo.
Después te arrepientes, te sientes mal porque sabes que él siempre ha sido muy bueno contigo y no merece esa respuesta tuya.
Puedes hacer tres cosas:
a) Acercarte a él y pedirle perdón. Sabes que él siempre te perdonará.
Así, cuando cometes un pecado venial (que NO es de muerte)... basta con pedir perdón directamente a Dios a través de la oración, y cuando se trata de un pecado mortal o grave (que es de muerte), es necesario el sacramento de la confesión para que Dios te perdone.
b) Puedes además, tomar el objeto que destruiste y, aunque te tome tiempo y esfuerzo, sentarte a componerlo, pegarlo, reconstruirlo y dejarlo lo mejor posible.
Así cuando tú cometes un pecado, además de pedir perdón a Dios, puedes componer (reparar, desagraviar) tu falta. Pongamos algunos casos sencillos: si mentiste, puedes ir y decir la verdad; si criticaste a una persona, puedes hablar bien de ella; si tomaste algo que no es tuyo, puedes devolverlo; si ofendiste, puedes pedir una disculpa.
c) Sería todavía más hermoso tener un detalle de cariño con tu papá y regresarle además del objeto compuesto, un regalo, algo que te cueste trabajo como muestra de que realmente te importó ofenderlo.
Así, cuando cometas un pecado además de tratar de solucionar el mal que hiciste, puedes ofrecer a Dios una oración, un sacrificio, una penitencia, una obra buena, un acto que le agrade, como muestra de que te dolió ofenderle.
Esto es reparar tus pecados" y, según San Pablo, unirnos a la pasión de Jesús y completar lo que falta a los padecimientos de Cristo por el bien de su cuerpo, que es la Iglesia.
2. La otra se dará después de la muerte, si la reparación en esta vida no se logra totalmente o es imperfecta. Y preguntarás tú, "¿dónde está eso en la Biblia?"
¿Cómo se va a realizar esa reparación o purificación? Es San Pablo quien nos da las pautas para interpretar dicho proceso o estado de purificación. Dice en 1Corintios 3, 10-15:
Nota. Lee, estudia y, en oración con el Espíritu Santo, reflexiona en la siguiente enseñanza de San Pablo.
“Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima. ¡Mire cada cual cómo construye! Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que aparecerá con fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el castigo. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien escapa del fuego”.
a. “Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima.”
Es decir, la predicación y anuncio del Evangelio es como una construcción que cada cristiano debe realizar e ir fomentando, asegurándose de que otros continúen con la obra, que no es otra cosa, que la construcción del Reino de Dios en los corazones de cada hombre y mujer.
b. “¡Mire cada cual cómo construye! Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo.”
Y esa construcción debe estar fundamentada en Jesucristo y su Evangelio de Salvación (siendo ésta la doctrina central y fundamental de la Iglesia Católica). No se puede construir el Reino de Dios basado en conceptos puramente humanos y separado de esta realidad trascendental, como el pretender que la misión de la Iglesia sea puramente socio-cultural o, por un falso respeto humano, mantener silencio ante situaciones de pacado como el uso de anticonceptivos en los matrimonios católicos, divorcio y adulterio...; negación o silencio de ciertas verdades fundamentales de la fe católica... ¿Cómo estás construyendo tu vida cristiana y la de los demás?
c. “Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas,...”
Aquellos que han puesto su talento a producir (Mateo 25, 14-30) al cien, al sesenta y al treinta por uno (Mateo 13, 23) y que, como siervos fieles, hicieron como les mandó su patrón (Lucas 12, 37-38.43-44). Ejemplo de ello tenemos por millares y millares en la Iglesia Católica: los santos (hombres, mujeres y niños) que han dado testimonio de lo que es vivir al máximo y heroicamente el Evangelio de Jesucristo en su Iglesia, la que él fundó.
d. “...madera, heno, paja,”
Es aquel siervo que, sin saberlo, hace lo que le desagrada a su patrón (Lucas 12, 48), o aquel administrador que por pereza, aunque no esconde o entierre su talento, se conforma con los intereses (Mateo 25, 25-27), o no es capaz de perdonar (no en asuntos graves donde está envuelto el odio, rencor, que son actos de condenación eterna) por lo que deberá pagar una pena o condena temporera, pero muy dolorosa (Mateo 5, 25-26; 18, 32-35).
e. “...la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que aparecerá con fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego.”
¿Qué Día? El día del Juicio Final en el que quedará manifiesto la obra de cada cual, tanto cristianos como no cristianos, creyentes como no creyentes. Será un Día terrible para unos y glorioso para otros. También se refiere en el momento después de la muerte individual de cada ser humano (y de hecho podemos interpretarlo así teniendo muy en cuenta lo que Jesucristo, con la parábola del rico y Lázaro, y San Pablo nos ha dicho).
Y ¿cuál obra? La realizada en la caridad según el amor a Dios y al prójimo. ¿Cómo estás construyendo tu obra según la caridad? Como el oro, como la plata o con piedras preciosas. O eres de los que te conformas con la madera, el heno o la paja. ¡Cuidado! No sea que, creyendo construir con lo mínimo indispensable para la salvación, te encuentres que ni con eso has sabido construir y quedes descalificado.
f. “Aquél cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa.”
Aquellos héroes de la caridad cristiana que supieron vivir a plenitud el llamado a la santidad y perfección exigida por Cristo.
g. “Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el castigo. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien escapa del fuego”.
Ante la justicia divina son todos aquellos que, por una razón u otra, cumplieron imperfectamente, han pasado a la otra vida en pecados que no son de muerte (veniales), han realizado actos de caridad imperfectos, pena temporal por los pecados ya perdonados sin la debida satisfacción o reparación, y cualquier condición que, aunque no lleve a la condenación eterna, produce en el alma tal desequilibrio que la incapacita para entrar en la presencia del Todo y Tres veces Santo. Son los que se han conformado con los intereses. Sí, se salvarán, como nos asegura San Pablo, pero sufrirán el castigo del fuego. Clara alusión a una dolorosa y eficaz purificación o purgatorio.
Pero como los protestantes no creen en este estado de purificación, podemos interpretar que, con tantas "palabras ociosas" contra los católicos lo que les espera es... de seguro que no el cielo.
Pero no deben preocuparse ni desesperarse ante esta lamentable situación, la infinita misericordia de Dios ha creado un estado donde las almas serán purificadas en el amor, pero de un modo muy doloroso y que la Iglesia llama Purgatorio.
IV. Y aquí entramos en la doctrina de las indulgencias
Según el Catecismo de la Iglesia Católica 1471:
"La doctrina y la práctica de las indulgencias en la Iglesia están estrechamente ligadas a los efectos del sacramento de la Penitencia.
Qué son las indulgencias
“La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos” (Pablo VI, Const. ap.Indulgentiarum doctrina, normas 1).
“La indulgencia es parcial o plenaria según libere de la pena temporal debida por los pecados en parte o totalmente” (Indulgentiarum doctrina, normas 2). “Todo fiel puede lucrar para sí mismo o aplicar por los difuntos, a manera de sufragio, las indulgencias tanto parciales como plenarias” (CICcan 994).
¿Tiene la Iglesia tal autoridad? Para saber si la Iglesia Católica posee tal autoridad, veamos que dice la Biblia:
a. En Mateo 18,18 leemos: "De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo" (Biblia Reina-Valera 1960).
Con esta autoridad que Cristo confiere a la Iglesia, y de un modo especial y particular a Simón Pedro (Mateo 16,19b), Jesucristo establece y declara que las decisiones que la Iglesia tome y las normas que ella establezca por el bien de los fieles, será ratificado, aprobado por Dios en el cielo.
b. En Juan 20, 19-23: "Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de ellos, los saludó.
—¡La paz sea con ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron.
—¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo:
—Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados" (Biblia protestante Nueva Versión Internacional -NVI-).
Es el día en que Cristo resucita, en la tarde y, apareciéndose ante ellos les da muestra de que es él resucitado, no un fantasma. Y les comunica, con el poder del Espíritu Santo, la misma autoridad que él recibió del Padre: el poder de perdonar o no los pecados a los hombres.
También San Pablo hace eco de este ministerio que Cristo les encargó.
c. 2Corintios 5,18-20: "Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios" (Biblia Reina-Valera -BRV1960-).
Ahora bien, son los pastores legítimos de la Iglesia (Hechos 20,28) quienes al poseer el ministerio de la reconciliación y el poder de atar y desatar, pueden legislar para beneficio espiritual de toda la Iglesia; y así lo hace con las indulgencias. Por consiguiente, según la Biblia, la Iglesia que Cristo fundó tiene poder y autoridad de Dios para legislar cosas espirituales para el bien espiritual de sus miembros.
V. Jesucristo sí enseñó un estado de purificación después de esta vida.
Las parábolas del Reino, ¿nos muestran y dan a entender que Cristo enseñó sobre un estado no eterno de purificación? Con referencia a las parábolas podemos leer en el Evangelio de Mateo lo siguiente:
“Todo esto dijo Jesús en parábolas, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: «Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo»” (Mateo 13, 34-35).
1. El propósito de las parábolas
Las parábolas de Jesús (basadas en la experiencia humana) están hechas para transmitir el mensaje del Reino; están estructuradas de tal manera para que puedan ser entendidas por quienes estén dispuestos a aceptar el mensaje de la Salvación y a ponerlo por obra.
Las parábolas de Jesús no son para conocer ni aprender sobre cosas del mundo como la pesca, ni ganadería, ni administración, ni agricultura... Sino para aprender y conocer todo lo referente a las verdades del Reino de Dios, las verdades evangélicas y eternas. Luego, es en esta línea de pensamiento de fe en el que hay que interpretarlas. Qué es lo que Jesús me quiere revelar y enseñar para mi vida de fe y en orden a la fe que hay que creer. Por ejemplo, en la parábola del sembrador (Mateo 13, 3-9.18-23) Cristo nos enseña cómo tenemos que tener la voluntad y qué tan preparado debemos estar en mente y corazón para acoger su Palabra, para que produzca el fruto deseado y no se eche a perder. O aquellas parábolas por las que nos da a conocer la misericordia de Dios como la parábola de la oveja perdida o la del hijo pródigo, o las que tienen que ver con el perdón o el estar siempre en vela para no ser sorprendidos en la última hora.
Entendiendo el sentido de las parábolas podremos saber si Cristo enseñó o dio a entender un estado de castigo no eterno, sino temporal que, en nuestro caso, sería el Purgatorio.
2. Parábolas que indican un destino eterno
Para saber si Cristo enseñó sobre un estado de castigo no eterno y purificador, primero veamos qué nos dice sobre el castigo eterno del infierno.
Hay varias parábolas que indican con toda claridad que Jesucristo sí enseñó sobre la existencia de un estado de condenación eterno para quienes obran el mal y en él mueren.
El primero y más patente (que ya he mencionado) es el del rico y el pobre Lázaro, por el que el rico, una vez terminado el curso de su vida, es arrojado al infierno o lugar o estado de tormentos eterno (ver: Lucas 16, 19-31).
Otras parábolas por las que Cristo nos enseña la realidad del Infierno o condenación eterna son:
a. La parábola del mayordomo o del siervo (Mateo 24, 45-51) en la que indica que al siervo infiel “le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.”
b. En la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25, 1-13) Jesús nos dice que a los imprudentes (como a las cinco vírgenes necias) los dejará fuera, sin reconocerlos, en las tinieblas (figura de lo que es la condenación eterna).
c. En la parábola de los talentos (Mateo 25, 14-30) al que enterró su talento (y en él a los que obran de igual modo) “a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.”
d. En la parábola de la red (Mateo 13, 47-50), Jesús nos indica que así como los peces buenos son echados en canastos y los malos son arrojados al mar, así también será al fin del mundo, “saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.”
e. Con la parábola de la cizaña (Mateo 13, 24-30 y su explicación en 13, 36-43), Jesús concluye con la siguiente advertencia: “El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.”
Por consiguiente, las parábolas del Reino que hacen referencia a las “tinieblas exteriores”, al “horno de fuego”, al “llanto y rechinar de dientes” es una clara evidencia de que Jesús habló y enseñó sobre la existencia real de un estado de tormentos eterno que conocemos como infierno, y que la Iglesia reconoce y enseña como una verdad fundamental de fe, es decir, de divina revelación, y como tal estamos obligados a creer, enseñar y defender. (Ver: Catecismo de la Iglesia Católica 1033-1037, 1861).
3. Parábolas que indican un destino temporal
Ahora bien, así como Jesús da a conocer la verdad y realidad de un lugar o estado de tormentos eternos para quienes obraron y obran el mal y en él mueren, también, en algunas de las parábolas, Jesús nos enseña y nos da a conocer un lugar o estado de sufrimientos pero no eterno.
a. La siguiente parábola nos deja entrever que dicho estado, aunque de sufrimientos, no es eterno.
En Lucas 12, 35-48, Jesús hablando de la grave responsabilidad de los siervos para con su Señor, nos invita a ser como el siervo fiel que hace lo que su Señor le ha mandado, éste recibirá una gran recompensa; mientras que al imprudente y mal siervo lo separará y lo pondrá entre los infieles (alusión a la condenación eterna). Y Jesús concluye diciendo (versículos 47-48): “Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su Señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.”
Es lógico y de sentido común y según justicia que quien haya obrado el mal con pleno conocimiento y consentimiento, se entiende que ha actuado con plena maldad, por lo que su acción es del todo grave o mortal, por lo que su castigo será la condenación eterna; mientras el que ha obrado, según San Juan, en pecado que no es de muerte, es decir, que no ha hecho lo que Dios le pide ya sea por ignorancia no culpable, por desconocimiento pleno o parcial de la gravedad del acto o por coacción de la conciencia y de la libertad, se entiende que, si se salva, sufrirá un castigo pero no eterno, sino temporal, "recibirá pocos azotes".
b. Y hablando de castigo temporal, en la siguiente parábola (Mateo 18, 23-35) Jesús nos enseña sobre la importancia y necesidad de perdonar de verdad. Al siervo que no perdonó a su compañero, Jesús nos dice que “encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía.”
Lo interesante de esta parábola es que Jesús termina con la siguiente advertencia: "Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas" (vs. 35).
En esta parábola vemos que Jesús no utiliza, como en las parábolas que hablan del infierno, los términos de “horno de fuego”, o “tinieblas exteriores”, o “llanto y rechinar de dientes”, sino que nos habla de una cárcel donde se deberá pagar ¿o purificar? la deuda contraída, hasta que pague todo. Es decir, una vez se haya pagado dicha deuda se podrá salir de allí. Verdad esta en la que Jesús indica que el Padre celestial hará lo mismo.
Luego, esta parábola como la anterior nos enseña sobre la existencia de un lugar o estado de vida después de la muerte no eterno, sino temporal.
c. Y hablando de cárceles, Jesús, como advertencia y enseñanza de vida cristiana y en la misma línea del perdón (Mateo 5, 21-26), nos indica que debemos tener buenas relaciones con el prójimo, específicamente con el contrario, no sea que “nos entregue al juez y el juez al guardia, y te metan a la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.”
Recuerda, dejándonos llevar del contexto Jesucristo no está hablando meramente de tribunales temporales, sino de lo que nos sucederá en el más allá, en el verdadero Juicio, el de Dios.
VI. La oración por los difuntos
1. 2Macabeos 12,40-46: "Entonces encontraron bajo las túnicas de cada uno de los muertos objetos consagrados a los ídolos de Yamnia, que la Ley prohíbe a los judíos. Fue entonces evidente para todos por qué motivo habían sucumbido aquellos hombres.
Bendijeron, pues, todos las obras del Señor, juez justo, que manifiesta las cosas ocultas, y pasaron a la súplica, rogando que quedara completamente borrado el pecado cometido. El valeroso Judas recomendó a la multitud que se mantuvieran limpios de pecado, a la vista de lo sucedido por el pecado de los que habían sucumbido.
Después de haber reunido entre sus hombres cerca de 2.000 dracmas, las mandó a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy hermosa y noblemente, pensando en la resurrección.
Pues de no esperar que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas si consideraba que una magnífica recompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era un pensamiento santo y piadoso.
Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado."
Este texto que habla directamente de la oración por los difuntos, es un dato histórico que da pie a pensar que los judíos ya antes de la venida de Cristo creían no que los muertos se quedaban en el sepulcro, sino que sus almas pasaban a un estado espiritual ya en el infierno o en el Seno de Abrahám, según la parábola del rico y Lázaro, o, según el texto, en un estado donde las almas pueden ser liberadas y perdonadas de los pecados que "no son de muerte".
Este testimonio nos ayuda a entender por qué San Juan pide oración por los que han cometido pecados que no llevan a la muerte y que no se pida oración por los que han cometido pecados de muerte. Y es que, los que mueren solamente en pecados que no son de muerte, estos pueden ser perdonados y liberados de tal estado.
Los protestantes y afiliados al rechazar este libro como canónico, le niegan cualquier valor doctrinar y de revelación divina. Para argumental su posición aseguran que nunca fue parte de la Biblia, pues tanto éste como otros seis fueron añadidos a la Biblia tardíamente por la Iglesia Católica en su afán de apoyar doctrinas heréticas. Esta es la opinión de no católicos, pero veamos cuál es la realidad.
a. Los estudiosos en Biblia, tanto católicos como no católicos saben que, de las 350 citas que hay en el Nuevo Testamento 300 son de la Septuaginta o de los Setenta -LXX- (colección griega que contiene los 7 libros deuterocanónicos que la Biblia protestante no tiene). Con este testimonio sabemos que los Apóstoles, los escritores del Nuevo Testamento y desde la primera comunidad cristiana su Escritura de referencia, con la que predicaban y demostraban que Jesús es el Mesías o Cristo, fue la versión griega de los Setenta. Y esto porque la predicación al dirigirse a la inmensa mayoría de habla griega, con la Septuaginta ya tenían una traducción del Antiguo Testamento en griego. Además, para la época de Jesucristo y apostólica la lengua hebrea estaba prácticamente muerta. Tanto así, que la lengua que hablaba Jesús y sus contemporáneos era el arameo, no el hebreo.
b. Como ejemplo del uso de la Septuaginta en la primera y subsiguientes comunidades cristianas, podemos mencionar los siguientes:
1) En Génesis 46, 27: Éxodo 1, 5 y Deuteronomio 10, 22, en la versión hebrea, se dice que, "los hijos de Jacob que subieron a Egipto fueron setenta personas", pero Esteban en Hechos 7, 12-14, cuando era interrogado en su narración asegura que, "José hizo venir a su padre Jacob, y a toda su parentela, en número de setenta y cinco personas". Como hemos de suponer en toda la narración que expone Esteban da a entender que posee un gran conocimiento de las Escrituras, por consiguiente, ¿cómo pudo equivocarse en un dato como éste? No. No es que se haya equivocado. Es que el dato que suministra aparece en la versión griega de los Setenta (LXX). Este testimonio de Esteban nos da a entender que, la versión de las Escrituras que él manejaba para su predicación era la Septuaginta, incluidos los deuterocanónicos.
2) Otro ejemplo es el siguiente, Mateo 1,22-23: "Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros." (Biblia Reina-Valera). Lo interesante de este testimonio de Mateo es que, al utilizar el término "virgen" para referirse a la madre del Mesías, está utilizando la versión griega que es donde aparece la palabra virgen, pues la hebrea es "jovencita" o "muchacha". Lo otro interesante es que, la Biblia más utilizada por los protestantes, la Reina-Valera, en el texto de Isaías utiliza la versión griega, pues emplea "virgen" y no "muchacha" o "jovencita" según la versión hebrea.
3) Pero el testimonio de mayor peso que prueba y confirma la canonicidad de los deuterocanónicos (por lo menos uno de ellos) por un escritor neotestamentario, es el siguiente: Hebreos 11, 35: “Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor”.
La idea o creencia en la resurrección es tardía en el pueblo judío, por eso sólo la hallamos en Oseas 6,2 y Daniel 12,2, pero ninguno de estos testimonios menciona nada de soportar torturas "por conseguir una resurrección mejor” como indica el autor de Hebreos. Donde único hallamos, en el Antiguo Testamento, este testimonio de soportar la tortura "por conseguir una resurrección mejor”, es en el libro segundo de los Macabeos capítulo 7: "Al llegar a su último suspiro dijo: «Tú, criminal, nos privas de la vida presente, pero el Rey del mundo a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida eterna.»" Recomiendo la lectura de todo el capítulo. Por consiguiente, para el escritor de Hebreos, el libro segundo de los Macabeos es tan inspirado como los demás ejemplos que utiliza.
La importancia de este testimonio de Hebreos 11,35 es que, la referencia que utiliza se encuentra en el mismo libro donde aparece el testimonio de Judas Macabeo enviando una ofrenda por el perdón de los pecados de los difuntos. Así, pues, según el autor de Hebreos tenemos en él un testimonio que confirma el origen divino de tales enseñanzas.
c. Pero el testimonio que da fe y confirma, en el Nuevo Testamento, el origen divino de los deuterocanónicos lo hallamos en 2Timoteo 3, 16-17: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (Biblia Reina-Valera 1960).
Este texto de San Pablo es utilizado y totalmente mal interpretado por los protestantes para apoyar la enseñanza de hombres y anti-bíblica de "sola scriptura" o "sólo Escritura".
1) San Pablo NO pudo referirse a la Biblia tal y como la tenemos hoy, pues el Nuevo Testamento aún no existía, sólo los escritos del Antiguo Testamento.
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Nota. Para quien interese información sobre el canon bíblico, origen y desarrollo histórico, toca aquí.
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2) "Toda" Escritura (según San Pablo) NO es lo mismo que "sólo" Escritura (según protestantes). Por ejemplo, no es lo mismo decir que todas las chinas (naranjas) tienen vitamina "c" que, sólo las chinas (naranjas) tienen vitamina "c", pues también otras frutas tienen vitamina "c". Aquí se ve que los protestantes fallan gravemente en interpretar la Biblia.
3) Lo que nos interesa de este testimonio de San Pablo es que, la Escritura a la que él hace alucion como "útil" es la Septuaginta o versión de los LXX, incluidos los deuterocanónicos, si tenemos en cuenta que, una gran cantidad de referencias por él utilizadas en sus cartas son tomadas de dicha versión griega. Y si a esto añadimos el testimonio de Hebreos, teniendo en cuenta que dicha carta sea de San Pablo o de uno de sus discípulos, la realidad y confirmación de divina revelación de dichos libros es bien evidente.
d. Por consiguiente, todos estos testimonios y evidencias bíblicas dan fe de que la oración por los difuntos es una verdad sólidamente bíblica.
e. También, todos estos testimonios y evidencias bíblicas dan fe de que la Iglesia Católica NO añadió libros a la Biblia, ya ellos estaban incluidos, sino que fueron los protestantes, en contra de lo que advierte Apocalipsis, le han quitado libros.
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Para quien interese información sobre los deuterocanónicos, "Debate sobre los libros Deuterocanónicos"
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Conclusión. Luego, la realidad del Purgatorio, como hemos visto, es una doctrina que puede ser muy fácilmente establecida como una verdad enseñada por Jesucristo, San Pablo y San Juan. Es decir, la doctrina del Purgatorio SÍ es bíblica.
*Te puede interesar:
-El estado actual de las almas del Purgatorio
Estudio bíblico sobre la existencia de un estado de purificación que la Iglesia llama Purgatorio
En este artículo descubriremos que, la doctrina del Purgatorio sí está en la Biblia, que Cristo la enseñó, que la diferencia entre pecados mortales y veniales sí es enseñanza bíblica, que se puede orar por los difuntos y que todas las doctrinas relacionadas a la existencia del Purgatorio se fundamentan en la Biblia. Con estos fundamentos bíblicos, como veremos, la verdad católica se fortalece y se ilumina, mientras que las doctrinas protestantes quedan al descubierto como invenciones puramente humanas.
La palabra Purgatorio no está en la Biblia, asegurará el protestante, pero esa es una excusa absurda para desviar la fuerza de la argumentación bíblica que apoya la verdad católica. Los protestantes y afiliados apoyan sus interpretaciones en dos doctrinas inventadas por los hombres, en este caso Martín Lutero, y que no poseen ningún fundamento bíblico (que NO está en la Biblia): "sola fide" solo la fe, "sola scriptura" solo la Escritura. Luego no deberían utilizar ese estribillo contra los católicos, puesto que con él se están hundiendo en las arenas movedizas del error y del auto-engaño.
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Nota. Para quien desee profundizar en este tema: "Tres doctrinas que evidencian que el protestantismo no se fundamenta en la Biblia, sino en enseñanzas humanas"
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Nota. Este estudio posee muchos enlaces para ampliar diversas ideas aquí expuestas, si lo deseas te recomiendo leas primero este articulo en su totalidad y luego entra a los enlaces.
La doctrina del Purgatorio es una verdad de fe llena de esperanza y nos presenta un acto de la Misericordia de Dios, y a la misma vez es una de las verdades de fe más atacada no solamente por no católicos (lo cual es de esperarse), sino también por "fuerzas" internas en la Iglesia Católica que, al igual que ocurre con la existencia de Satanás y el Infierno, es negado o puesto en duda (para entender esta terrible realidad, importante leer 2 Tesalonicenses 2,1-14). De aquí que el Catecismo de la Iglesia Católica es, junto con la Biblia, un libro sumamente indispensable para el católico de hoy en defensa de estas verdades, máxime que su contenido se fundamenta en la Sagrada Escritura (de aquí que esté repleto de textos bíblicos) y la Tradición Apostólica (fuente de la que la Iglesia también se alimenta, pues son las enseñanzas que transmitieron los Apóstoles a sus discípulos -ver 2Timoteo 2,2; 2Tesalonicenses 2,15; Mateo 28,18-20- muy distinto a las tradiciones humanas de las que falsamente acusan los protestantes).
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Nota. Cuando los protestantes dicen que tal palabra no está en la Biblia, cuando se trata de una doctrina católica ("Si no aparece el nombre, no es verdad"), convierten así la Biblia en un libro de referencias o vocabulario de palabras.
Para ampliar esta idea, te refiero al siguiente artículo.
"Definición de la Biblia según católicos y protestantes", toca aquí.
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Nota. En este artículo que vas a leer a continuación hallarás información que ya había utilizado en otra parte.
I. SANTIDAD Y PERFECCIÓN CRISTIANA.
La santidad perfecta es el requisito indispensable para poder acceder al Cielo y, como dice San Pablo, estar cara a cara ante el Rostro de Dios.
Para poder entender la doctrina del Purgatorio también debemos saber y entender hasta donde llega la exigencia de vida cristiana y si existe algún valor heroico en tal exigencia. La doctrina inventada por un hombre (Martín Lutero) en la que se fundamenta el protestantismo, en su raíz y origen, niega tal exigencia y valor heroico, pues si con sólo confesar el nombre de Jesús ya se es salvo, y si con esta confesión ya no se necesita nada más, toda obra buena viene sobrando y todo acto heroico sería superfluo e innecesario para la salvación. Pero siendo que esta doctrina se fundamenta en otra doctrina inventada por un hombre y no posee ningún fundamento bíblico ("sola scriptura"), su razón de ser se estrella y se destruye contra la verdad de la Biblia, muy diversa a la doctrina protestante. Por eso Jesucristo y San Pablo enseñaron el esfuerzo personal, cooperando con la gracia divina, para, junto con la fe, alcanzar la salvación eterna.
Pero dirá el protestante que San Pablo enseñó que es confesando el nombre de Jesús que seremos salvos y Jesús así también lo ha manifestado. Esto es cierto, pero para entender lo que han dicho no se puede quedar con el texto, es en el contexto que tales palabras (de Jesús y San Pablo) adquieren su verdadero sentido. Veamos, pues, el contexto que tanto es ignorado por los protestantes y afiliados.
1. Jesús (y la Biblia en general) nos invita a ser santos y perfectos como lo es Su Padre (Mateo 5,48; 1Pedro 1,16; Levíticos 19,2), es decir, la Biblia nos enseña y advierte que nada manchado puede estar ante la presencia de Dios, por consiguiente, esa santidad y perfección tiene que ser en grado de absoluta pureza y perfecta caridad (1Corintios 13). Es decir, en contra de lo que indica la doctrina inventada por Martín Lutero de "sola fide", la entrada al cielo no va a ser ni es nada fácil:
*Lucas 13,22-30: "Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. «Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Y os responderá: "No sé de dónde sois." Entonces empezaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas"; y os volverá a decir: "No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!" «Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera."
Con esta advertencia Jesús tira por tierra y desacredita la doctrina de hombres de "sola fide". Sí, es importante la fe, pero una fe acompañada con el esfuerzo personal el cual, cooperando a la gracia divina alcanzada por Cristo en la Cruz, nos ayudará a alcanzar la salvación. Esfuerzo del cual nos habla San Pablo y que más adelante estudiaremos.
*Mateo 24,11-14: "Surgirán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos. Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de la mayoría se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.
Aquí Jesús nos advierte de cómo la influencia de enseñanzas errónea de los falsos profetas debilitarán la fe y, sobre todo, la caridad que se manifiesta en el obrar, provocando con ello un desinterés por realizar obras en favor de los más necesitados. ¿No será la doctrina de hombres "sola fide" una de esas falsas doctrinas? Si con sólo la fe es suficiente y no hace falta nada más para salvarse, ¿por qué tanto esfuerzo? Obras de caridad, que la hagan otros, no son necesaria para la salvación. Entonces ¿por qué todas las veces que la Biblia habla del juicio de Dios éste se dará en base y según las obras realizadas y no según la fe? Obras que determinarán el destino eterno de cada individuo.
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Para quien desee información sobre fe y obras, toca aquí: "Tres dogmas del protestantismo"
Nota. De hecho, la Iglesia Católica es considerada como la organización de ayuda humanitaria más grande del mundo. Ver, "Aportaciones de la Iglesia Católica a la Humanidad" en facebook.
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*Mateo 7,21-23: "«No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!"
Con estas enseñanzas de Jesucristo, la doctrina no bíblica protestante ("sola fide" -sólo la fe-), se hunde en las arenas movedizas de enseñanzas de hombres. El hecho de que Jesús pide y exige de todo aquel que asegura tener fe en él, un gran esfuerzo personal en el cumplimiento de sus deberes cristianos y no meramente una confesión de fe, nos ayudará a entender que, no es solamente "Señor, Señor", ni solamente hacer campañas evangelísticas, ni expulsar demonios o hacer milagros, sino y sobre todo hacer "la voluntad de mi Padre celestial"; y ese hacer la voluntad del Padre conlleva mucho esfuerzo para poder entrar por la puerta angosta. Y ¿en qué consiste ese esfuerzo? Es San Pablo quien nos lo indica.
*1Corintios 9,24-27: "¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, mas uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis! Los atletas se privan de todo; y eso ¡por una corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible. Así pues, yo corro, no como a la ventura; y ejerzo el pugilato, no como dando golpes en el vacío, sino que golpeo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo proclamado a los demás, resulte yo mismo descalificado."
Para San Pablo la fe, aunque es importantísima, no es suficiente para salvarse si no hay un esfuerzo personal. Pero cuestionará el protestante: "¿Por qué San Pablo, en otra parte, indica que las obras de la ley son ineficaces frente a la fe? (ver: Gálatas 2,16 y todo el capítulo 3) ¿no hallamos contradicción en ello?" Así es, las obras de la ley son ineficaces e innecesarias frente a la fe. Fíjate que San Pablo especifica "las obras de la ley", no las buenas obras que en el Nuevo Testamento son exigidas, junto a la fe, como requisito indispensable para la salvación (ver Santiago 2,14-26). Y ¿cuáles son esas "obras de la ley"? Pues las que, para el Pueblo del antiguo Pacto le era exigido cumplir para mantenerse dentro de la Alianza como la circuncisión, los sacrificios de animales, las diversas festividades y demás obras impuestas en la Ley de Moisés, todo ello caduco y superado por la nueva y definitiva Alianza o Pacto fundamentado en el nuevo mandamiento dado por Jesucristo, "amense los unos a los otros como yo los he amado". Y esta ley del amor sí que exige sacrificios y mucho esfuerzo.
Es así que Jesucristo nos invita, a pesar de la maldad en el mundo, a perseverar hasta el final. Es así también que, la salvación no es sólo por fe, sino la fe junto con las buenas obras.
*Mateo 10,22: "Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.
Esta verdad nos invita a no ser pasivos ante la fe, sino a obrar conforme la caridad y la verdad.
Luego si la manifestación de la fe en Jesucristo exige mucho esfuerzo (como el perdonar a mi enemigo), un desprendimiento total de sí mismo en beneficio del prójimo ("anda ve y vende todo lo que tienes, dáselo a los pobre y luego ven y sígueme", "quien quiera seguirme tome su cruz"), pero ¿quién podrá cumplir al cien por ciento con tales exigencias? De que hay quienes podrán llegar, sí los hay (los que construyen su salvación con materiales nobles, de gran valor y heroísmo -1Corintios 3, 12-), pero la inmensa mayoría apenas podrán llegar a una fracción de esa exigencia (los que construyen su salvación con materiales de poco valor, los que se conforman con los intereses y no dan el máximo de sí -1Corintios 3, 12- ). San Pablo indica de estos segundos que, aunque se salven tendrán que sufrir las consecuencias "como quien pasa por el fuego" (-1Corintios 3, 15-), es decir, por medio de una purificación.
Si analizamos y reflexionamos en la enorme importancia que Jesús y San Pablo dan al esfuerzo y exigencia de la vida cristiana y de cómo vivir la fe con heroísmo, la existencia del Purgatorio o estado de purificación tiene sentido y razón de ser en la infinita misericordia de Dios "que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad (1Timoteo 2,4).
II. Pecados Mortales y veniales, ¡sí están en la Biblia!
1. Jesús nos advierte que, "yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado" (Mateo 12,36-37).
2. También Jesús nos advierte que "Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego" (Mateo 5,22: -Biblia de Jerusalén). En esto muchísimos protestantes fanáticos (y algunos católicos también para con los protestantes) fallan y faltan a la caridad al llamar a los católicos "hijos del diablo", y de modo generalizado "adulteros, borrachos, asesinos, pedófilos y violadores, idólatras y adoradores de demonios...", dando la impresión, con este modo de juzgar, que han bajado a Jesucristo del Trono de Justicia y se han sentado ellos recitando todas estas palabras "ociosas" sin ninguna distinción de persona. Según lo dicho y advertido por Jesucristo, el juicio sobre ellos (estos protestantes incluidos católicos) será terrible.
3. Ahora bien, sucede que para los protestantes no existe diferencia en la gravedad de pecados y, por consiguiente todo pecado lleva a la condenación eterna, es decir, que son pecados de muerte. Luego por causa de estas "palabras ociosas" serán condenados todos los que con ellas mueran. Los pecados veniales no existen, eso es una invención de los "curas" para engañar. Además esa diferencia de pecados mortales y veniales no está en la Biblia. Veamos.
4. Pecados que son y no son de muerte
San Juan nos dice y enseña que "si alguno ve que su hermano comete un pecado que no es de muerte, pida y le dará vida -a los que cometan pecados que no son de muerte pues hay un pecado que es de muerte, por ése no digo que pida-. Toda iniquidad es pecado, pero hay pecados que no llevan a la muerte" (1Juan 5,16-17).
Como vemos en esta enseñanza de San Juan, sí existe una marcada y profundísima diferencia entre el pecado que lleva a la muerte (de condenación eterna y por ello pecados mortales) del que no lleva a la muerte (pecados veniales y por consiguiente, que no llevan a la muerte o condenación). Lo interesante de la enseñanza de San Juan es que deja bien claro dicha diferencia al indicar que, "toda iniquidad es pecado, pero hay pecados que no llevan a la muerte", a diferencia de la enseñanza protestante que dice todo lo contrario. Luego, la doctrina protestante de que no hay diferencia en cuanto a la gravedad de los pecados se hunde en las arenas movedizas de la libre interpretación de la Biblia (doctrina esta inventada por los hombres).
Por consiguiente, si hay pecados que NO son de muerte y siendo la muerte espiritual camino seguro a la condenación eterna, estos pecados no de muerte tampoco son de condenación eterna, pero impiden el acceso al Reino de Dios en el cielo. Entonces ¿A dónde deben dirigirse los que mueran en ese estado de pecados no de muerte? De aquí que la existencia de un estado de purificación se ve muy evidente en la doctrina de San Juan.
Otro punto muy importante, ¿por que San Juan pide oración por quienes han cometido pecados no de muerte y se la niega a los que comente pecados de muerte? ¿No estará yendo contra la caridad cristiana con esos consejos, máxime que Jesucristo nos exhorta a perdonar a quienes nos odian y orar por quienes nos persiguen? (Mateo 5,43-45). Luego no es que San Juan esté contradiciendo a su Maestro, sino que, para entender esta enseñanza de San Juan hay que leer entre líneas: ¿no será que su recomendación va dirigida a orar por los difuntos? Y es que, quien comete pecado de muerte y se condena ya no necesita oración, pero sí por quien muere sólo en pecado que no lleva a la muerte.
Los protestantes buscarán y rebuscarán mil explicaciones a esta enseñanza de San Juan, pero por más que lo intenten la diferencia en la gravedad del pecado está bien clara: "Toda iniquidad es pecado, pero hay pecados que no llevan a la muerte".
III. Desagravio y reparación en la vida presente o en un estado de purificación después de la muerte
El pecado conlleva una doble pena, si es de muerte (mortal) conlleva la condenación eterna y pena temporal, pero si no es de muerte (venial) conlleva pena temporal y requiere plena satisfacción por el daño ocasionado.
Nota. El pecado mortal conlleva ambas penas. Si el que lo cometió se arrepiente y pide perdón, Dios de seguro le perdona, pero el daño hecho debe ser reparado.
El protestante dirá que, "quien se arrepiente y acepta a Jesucristo como su Salvador, será limpiado y la sangre de Cristo cubrirá sus pecados". Sí, es cierto y como católicos así lo creemos que la sangre de Cristo borra los pecados y NO simplemente los cubre, pero el daño, por ejemplo, hacia una persona calumniada y difamada está hecho y merece, por caridad y justicia, ser reparado. Entonces ¿qué nos dice la Biblia al respecto.
1. Para los católicos esa reparación se dará de dos maneras, una, en este mundo, esforzarse por corregir el daño producido al prójimo, por ejemplo, desmintiendo las calumnias y restituyendo, en lo posible, la dignidad del calumniado; y con actos de caridad, como bien enseña San Pablo, al unir todos los actos de nuestra vida a los sufrimientos de Cristo por el bien de su cuerpo, que es la Iglesia:
*Colosenses 1,24: "Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;..." (Biblia Reina-Valera 1960).
O sea, según la doctrina de San Pablo los padecimientos de Cristo ¿están incompleto? En cuanto al valor de la redención realizada en la cruz del Calvario, no. Esta obra es de valor infinito. Pero para que sea aprovechada al máximo por parte del redimido, éste debe aceptar, por amor a Cristo, sus propios padecimientos y, uniéndose a los padecimientos de Cristo, ofrecerlos por la Iglesia; también de mucho fruto espiritual debe realizar obras que demuestren un deseo genuino de entrega total a la voluntad divina, y actos con los que debe reparar los daños producidos por los pecados cometidos "en favor del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia." Es por eso que el cristiano, a semejanza de San Pablo, "todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado" (1Corintios 9,25-27 -Biblia Reina-Valera 1960-).
En San Pablo vemos una clara doctrina católica de reparación, desagravio y de entrega total a Jesucristo por medio de la mortificación y el sacrificio unidos a la pasión de Cristo por bien de la Iglesia.
a. En qué consiste la reparación de los pecados
La Parroquia de Nuestra Señora de Fátima nos da una enseñanza muy clara al respecto:
"¿Qué es reparar nuestros pecados?
Para entender lo que es reparar las ofensas, pongamos un ejemplo:
Tú tienes un padre al que respetas, admiras y amas mucho. Un día, sin razón alguna, tomas un objeto que él quiere y cuida mucho para aventarlo y destruirlo.
Después te arrepientes, te sientes mal porque sabes que él siempre ha sido muy bueno contigo y no merece esa respuesta tuya.
Puedes hacer tres cosas:
a) Acercarte a él y pedirle perdón. Sabes que él siempre te perdonará.
Así, cuando cometes un pecado venial (que NO es de muerte)... basta con pedir perdón directamente a Dios a través de la oración, y cuando se trata de un pecado mortal o grave (que es de muerte), es necesario el sacramento de la confesión para que Dios te perdone.
b) Puedes además, tomar el objeto que destruiste y, aunque te tome tiempo y esfuerzo, sentarte a componerlo, pegarlo, reconstruirlo y dejarlo lo mejor posible.
Así cuando tú cometes un pecado, además de pedir perdón a Dios, puedes componer (reparar, desagraviar) tu falta. Pongamos algunos casos sencillos: si mentiste, puedes ir y decir la verdad; si criticaste a una persona, puedes hablar bien de ella; si tomaste algo que no es tuyo, puedes devolverlo; si ofendiste, puedes pedir una disculpa.
c) Sería todavía más hermoso tener un detalle de cariño con tu papá y regresarle además del objeto compuesto, un regalo, algo que te cueste trabajo como muestra de que realmente te importó ofenderlo.
Así, cuando cometas un pecado además de tratar de solucionar el mal que hiciste, puedes ofrecer a Dios una oración, un sacrificio, una penitencia, una obra buena, un acto que le agrade, como muestra de que te dolió ofenderle.
Esto es reparar tus pecados" y, según San Pablo, unirnos a la pasión de Jesús y completar lo que falta a los padecimientos de Cristo por el bien de su cuerpo, que es la Iglesia.
2. La otra se dará después de la muerte, si la reparación en esta vida no se logra totalmente o es imperfecta. Y preguntarás tú, "¿dónde está eso en la Biblia?"
¿Cómo se va a realizar esa reparación o purificación? Es San Pablo quien nos da las pautas para interpretar dicho proceso o estado de purificación. Dice en 1Corintios 3, 10-15:
Nota. Lee, estudia y, en oración con el Espíritu Santo, reflexiona en la siguiente enseñanza de San Pablo.
“Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima. ¡Mire cada cual cómo construye! Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que aparecerá con fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el castigo. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien escapa del fuego”.
a. “Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima.”
Es decir, la predicación y anuncio del Evangelio es como una construcción que cada cristiano debe realizar e ir fomentando, asegurándose de que otros continúen con la obra, que no es otra cosa, que la construcción del Reino de Dios en los corazones de cada hombre y mujer.
b. “¡Mire cada cual cómo construye! Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo.”
Y esa construcción debe estar fundamentada en Jesucristo y su Evangelio de Salvación (siendo ésta la doctrina central y fundamental de la Iglesia Católica). No se puede construir el Reino de Dios basado en conceptos puramente humanos y separado de esta realidad trascendental, como el pretender que la misión de la Iglesia sea puramente socio-cultural o, por un falso respeto humano, mantener silencio ante situaciones de pacado como el uso de anticonceptivos en los matrimonios católicos, divorcio y adulterio...; negación o silencio de ciertas verdades fundamentales de la fe católica... ¿Cómo estás construyendo tu vida cristiana y la de los demás?
c. “Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas,...”
Aquellos que han puesto su talento a producir (Mateo 25, 14-30) al cien, al sesenta y al treinta por uno (Mateo 13, 23) y que, como siervos fieles, hicieron como les mandó su patrón (Lucas 12, 37-38.43-44). Ejemplo de ello tenemos por millares y millares en la Iglesia Católica: los santos (hombres, mujeres y niños) que han dado testimonio de lo que es vivir al máximo y heroicamente el Evangelio de Jesucristo en su Iglesia, la que él fundó.
d. “...madera, heno, paja,”
Es aquel siervo que, sin saberlo, hace lo que le desagrada a su patrón (Lucas 12, 48), o aquel administrador que por pereza, aunque no esconde o entierre su talento, se conforma con los intereses (Mateo 25, 25-27), o no es capaz de perdonar (no en asuntos graves donde está envuelto el odio, rencor, que son actos de condenación eterna) por lo que deberá pagar una pena o condena temporera, pero muy dolorosa (Mateo 5, 25-26; 18, 32-35).
e. “...la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que aparecerá con fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego.”
¿Qué Día? El día del Juicio Final en el que quedará manifiesto la obra de cada cual, tanto cristianos como no cristianos, creyentes como no creyentes. Será un Día terrible para unos y glorioso para otros. También se refiere en el momento después de la muerte individual de cada ser humano (y de hecho podemos interpretarlo así teniendo muy en cuenta lo que Jesucristo, con la parábola del rico y Lázaro, y San Pablo nos ha dicho).
Y ¿cuál obra? La realizada en la caridad según el amor a Dios y al prójimo. ¿Cómo estás construyendo tu obra según la caridad? Como el oro, como la plata o con piedras preciosas. O eres de los que te conformas con la madera, el heno o la paja. ¡Cuidado! No sea que, creyendo construir con lo mínimo indispensable para la salvación, te encuentres que ni con eso has sabido construir y quedes descalificado.
f. “Aquél cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa.”
Aquellos héroes de la caridad cristiana que supieron vivir a plenitud el llamado a la santidad y perfección exigida por Cristo.
g. “Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el castigo. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien escapa del fuego”.
Ante la justicia divina son todos aquellos que, por una razón u otra, cumplieron imperfectamente, han pasado a la otra vida en pecados que no son de muerte (veniales), han realizado actos de caridad imperfectos, pena temporal por los pecados ya perdonados sin la debida satisfacción o reparación, y cualquier condición que, aunque no lleve a la condenación eterna, produce en el alma tal desequilibrio que la incapacita para entrar en la presencia del Todo y Tres veces Santo. Son los que se han conformado con los intereses. Sí, se salvarán, como nos asegura San Pablo, pero sufrirán el castigo del fuego. Clara alusión a una dolorosa y eficaz purificación o purgatorio.
Pero como los protestantes no creen en este estado de purificación, podemos interpretar que, con tantas "palabras ociosas" contra los católicos lo que les espera es... de seguro que no el cielo.
Pero no deben preocuparse ni desesperarse ante esta lamentable situación, la infinita misericordia de Dios ha creado un estado donde las almas serán purificadas en el amor, pero de un modo muy doloroso y que la Iglesia llama Purgatorio.
IV. Y aquí entramos en la doctrina de las indulgencias
Según el Catecismo de la Iglesia Católica 1471:
"La doctrina y la práctica de las indulgencias en la Iglesia están estrechamente ligadas a los efectos del sacramento de la Penitencia.
Qué son las indulgencias
“La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos” (Pablo VI, Const. ap.Indulgentiarum doctrina, normas 1).
“La indulgencia es parcial o plenaria según libere de la pena temporal debida por los pecados en parte o totalmente” (Indulgentiarum doctrina, normas 2). “Todo fiel puede lucrar para sí mismo o aplicar por los difuntos, a manera de sufragio, las indulgencias tanto parciales como plenarias” (CICcan 994).
¿Tiene la Iglesia tal autoridad? Para saber si la Iglesia Católica posee tal autoridad, veamos que dice la Biblia:
a. En Mateo 18,18 leemos: "De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo" (Biblia Reina-Valera 1960).
Con esta autoridad que Cristo confiere a la Iglesia, y de un modo especial y particular a Simón Pedro (Mateo 16,19b), Jesucristo establece y declara que las decisiones que la Iglesia tome y las normas que ella establezca por el bien de los fieles, será ratificado, aprobado por Dios en el cielo.
b. En Juan 20, 19-23: "Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de ellos, los saludó.
—¡La paz sea con ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron.
—¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo:
—Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados" (Biblia protestante Nueva Versión Internacional -NVI-).
Es el día en que Cristo resucita, en la tarde y, apareciéndose ante ellos les da muestra de que es él resucitado, no un fantasma. Y les comunica, con el poder del Espíritu Santo, la misma autoridad que él recibió del Padre: el poder de perdonar o no los pecados a los hombres.
También San Pablo hace eco de este ministerio que Cristo les encargó.
c. 2Corintios 5,18-20: "Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios" (Biblia Reina-Valera -BRV1960-).
Ahora bien, son los pastores legítimos de la Iglesia (Hechos 20,28) quienes al poseer el ministerio de la reconciliación y el poder de atar y desatar, pueden legislar para beneficio espiritual de toda la Iglesia; y así lo hace con las indulgencias. Por consiguiente, según la Biblia, la Iglesia que Cristo fundó tiene poder y autoridad de Dios para legislar cosas espirituales para el bien espiritual de sus miembros.
V. Jesucristo sí enseñó un estado de purificación después de esta vida.
Las parábolas del Reino, ¿nos muestran y dan a entender que Cristo enseñó sobre un estado no eterno de purificación? Con referencia a las parábolas podemos leer en el Evangelio de Mateo lo siguiente:
“Todo esto dijo Jesús en parábolas, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: «Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo»” (Mateo 13, 34-35).
1. El propósito de las parábolas
Las parábolas de Jesús (basadas en la experiencia humana) están hechas para transmitir el mensaje del Reino; están estructuradas de tal manera para que puedan ser entendidas por quienes estén dispuestos a aceptar el mensaje de la Salvación y a ponerlo por obra.
Las parábolas de Jesús no son para conocer ni aprender sobre cosas del mundo como la pesca, ni ganadería, ni administración, ni agricultura... Sino para aprender y conocer todo lo referente a las verdades del Reino de Dios, las verdades evangélicas y eternas. Luego, es en esta línea de pensamiento de fe en el que hay que interpretarlas. Qué es lo que Jesús me quiere revelar y enseñar para mi vida de fe y en orden a la fe que hay que creer. Por ejemplo, en la parábola del sembrador (Mateo 13, 3-9.18-23) Cristo nos enseña cómo tenemos que tener la voluntad y qué tan preparado debemos estar en mente y corazón para acoger su Palabra, para que produzca el fruto deseado y no se eche a perder. O aquellas parábolas por las que nos da a conocer la misericordia de Dios como la parábola de la oveja perdida o la del hijo pródigo, o las que tienen que ver con el perdón o el estar siempre en vela para no ser sorprendidos en la última hora.
Entendiendo el sentido de las parábolas podremos saber si Cristo enseñó o dio a entender un estado de castigo no eterno, sino temporal que, en nuestro caso, sería el Purgatorio.
2. Parábolas que indican un destino eterno
Para saber si Cristo enseñó sobre un estado de castigo no eterno y purificador, primero veamos qué nos dice sobre el castigo eterno del infierno.
Hay varias parábolas que indican con toda claridad que Jesucristo sí enseñó sobre la existencia de un estado de condenación eterno para quienes obran el mal y en él mueren.
El primero y más patente (que ya he mencionado) es el del rico y el pobre Lázaro, por el que el rico, una vez terminado el curso de su vida, es arrojado al infierno o lugar o estado de tormentos eterno (ver: Lucas 16, 19-31).
Otras parábolas por las que Cristo nos enseña la realidad del Infierno o condenación eterna son:
a. La parábola del mayordomo o del siervo (Mateo 24, 45-51) en la que indica que al siervo infiel “le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.”
b. En la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25, 1-13) Jesús nos dice que a los imprudentes (como a las cinco vírgenes necias) los dejará fuera, sin reconocerlos, en las tinieblas (figura de lo que es la condenación eterna).
c. En la parábola de los talentos (Mateo 25, 14-30) al que enterró su talento (y en él a los que obran de igual modo) “a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.”
d. En la parábola de la red (Mateo 13, 47-50), Jesús nos indica que así como los peces buenos son echados en canastos y los malos son arrojados al mar, así también será al fin del mundo, “saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.”
e. Con la parábola de la cizaña (Mateo 13, 24-30 y su explicación en 13, 36-43), Jesús concluye con la siguiente advertencia: “El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.”
Por consiguiente, las parábolas del Reino que hacen referencia a las “tinieblas exteriores”, al “horno de fuego”, al “llanto y rechinar de dientes” es una clara evidencia de que Jesús habló y enseñó sobre la existencia real de un estado de tormentos eterno que conocemos como infierno, y que la Iglesia reconoce y enseña como una verdad fundamental de fe, es decir, de divina revelación, y como tal estamos obligados a creer, enseñar y defender. (Ver: Catecismo de la Iglesia Católica 1033-1037, 1861).
3. Parábolas que indican un destino temporal
Ahora bien, así como Jesús da a conocer la verdad y realidad de un lugar o estado de tormentos eternos para quienes obraron y obran el mal y en él mueren, también, en algunas de las parábolas, Jesús nos enseña y nos da a conocer un lugar o estado de sufrimientos pero no eterno.
a. La siguiente parábola nos deja entrever que dicho estado, aunque de sufrimientos, no es eterno.
En Lucas 12, 35-48, Jesús hablando de la grave responsabilidad de los siervos para con su Señor, nos invita a ser como el siervo fiel que hace lo que su Señor le ha mandado, éste recibirá una gran recompensa; mientras que al imprudente y mal siervo lo separará y lo pondrá entre los infieles (alusión a la condenación eterna). Y Jesús concluye diciendo (versículos 47-48): “Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su Señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.”
Es lógico y de sentido común y según justicia que quien haya obrado el mal con pleno conocimiento y consentimiento, se entiende que ha actuado con plena maldad, por lo que su acción es del todo grave o mortal, por lo que su castigo será la condenación eterna; mientras el que ha obrado, según San Juan, en pecado que no es de muerte, es decir, que no ha hecho lo que Dios le pide ya sea por ignorancia no culpable, por desconocimiento pleno o parcial de la gravedad del acto o por coacción de la conciencia y de la libertad, se entiende que, si se salva, sufrirá un castigo pero no eterno, sino temporal, "recibirá pocos azotes".
b. Y hablando de castigo temporal, en la siguiente parábola (Mateo 18, 23-35) Jesús nos enseña sobre la importancia y necesidad de perdonar de verdad. Al siervo que no perdonó a su compañero, Jesús nos dice que “encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía.”
Lo interesante de esta parábola es que Jesús termina con la siguiente advertencia: "Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas" (vs. 35).
En esta parábola vemos que Jesús no utiliza, como en las parábolas que hablan del infierno, los términos de “horno de fuego”, o “tinieblas exteriores”, o “llanto y rechinar de dientes”, sino que nos habla de una cárcel donde se deberá pagar ¿o purificar? la deuda contraída, hasta que pague todo. Es decir, una vez se haya pagado dicha deuda se podrá salir de allí. Verdad esta en la que Jesús indica que el Padre celestial hará lo mismo.
Luego, esta parábola como la anterior nos enseña sobre la existencia de un lugar o estado de vida después de la muerte no eterno, sino temporal.
c. Y hablando de cárceles, Jesús, como advertencia y enseñanza de vida cristiana y en la misma línea del perdón (Mateo 5, 21-26), nos indica que debemos tener buenas relaciones con el prójimo, específicamente con el contrario, no sea que “nos entregue al juez y el juez al guardia, y te metan a la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.”
Recuerda, dejándonos llevar del contexto Jesucristo no está hablando meramente de tribunales temporales, sino de lo que nos sucederá en el más allá, en el verdadero Juicio, el de Dios.
VI. La oración por los difuntos
1. 2Macabeos 12,40-46: "Entonces encontraron bajo las túnicas de cada uno de los muertos objetos consagrados a los ídolos de Yamnia, que la Ley prohíbe a los judíos. Fue entonces evidente para todos por qué motivo habían sucumbido aquellos hombres.
Bendijeron, pues, todos las obras del Señor, juez justo, que manifiesta las cosas ocultas, y pasaron a la súplica, rogando que quedara completamente borrado el pecado cometido. El valeroso Judas recomendó a la multitud que se mantuvieran limpios de pecado, a la vista de lo sucedido por el pecado de los que habían sucumbido.
Después de haber reunido entre sus hombres cerca de 2.000 dracmas, las mandó a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy hermosa y noblemente, pensando en la resurrección.
Pues de no esperar que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas si consideraba que una magnífica recompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era un pensamiento santo y piadoso.
Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado."
Este texto que habla directamente de la oración por los difuntos, es un dato histórico que da pie a pensar que los judíos ya antes de la venida de Cristo creían no que los muertos se quedaban en el sepulcro, sino que sus almas pasaban a un estado espiritual ya en el infierno o en el Seno de Abrahám, según la parábola del rico y Lázaro, o, según el texto, en un estado donde las almas pueden ser liberadas y perdonadas de los pecados que "no son de muerte".
Este testimonio nos ayuda a entender por qué San Juan pide oración por los que han cometido pecados que no llevan a la muerte y que no se pida oración por los que han cometido pecados de muerte. Y es que, los que mueren solamente en pecados que no son de muerte, estos pueden ser perdonados y liberados de tal estado.
Los protestantes y afiliados al rechazar este libro como canónico, le niegan cualquier valor doctrinar y de revelación divina. Para argumental su posición aseguran que nunca fue parte de la Biblia, pues tanto éste como otros seis fueron añadidos a la Biblia tardíamente por la Iglesia Católica en su afán de apoyar doctrinas heréticas. Esta es la opinión de no católicos, pero veamos cuál es la realidad.
a. Los estudiosos en Biblia, tanto católicos como no católicos saben que, de las 350 citas que hay en el Nuevo Testamento 300 son de la Septuaginta o de los Setenta -LXX- (colección griega que contiene los 7 libros deuterocanónicos que la Biblia protestante no tiene). Con este testimonio sabemos que los Apóstoles, los escritores del Nuevo Testamento y desde la primera comunidad cristiana su Escritura de referencia, con la que predicaban y demostraban que Jesús es el Mesías o Cristo, fue la versión griega de los Setenta. Y esto porque la predicación al dirigirse a la inmensa mayoría de habla griega, con la Septuaginta ya tenían una traducción del Antiguo Testamento en griego. Además, para la época de Jesucristo y apostólica la lengua hebrea estaba prácticamente muerta. Tanto así, que la lengua que hablaba Jesús y sus contemporáneos era el arameo, no el hebreo.
b. Como ejemplo del uso de la Septuaginta en la primera y subsiguientes comunidades cristianas, podemos mencionar los siguientes:
1) En Génesis 46, 27: Éxodo 1, 5 y Deuteronomio 10, 22, en la versión hebrea, se dice que, "los hijos de Jacob que subieron a Egipto fueron setenta personas", pero Esteban en Hechos 7, 12-14, cuando era interrogado en su narración asegura que, "José hizo venir a su padre Jacob, y a toda su parentela, en número de setenta y cinco personas". Como hemos de suponer en toda la narración que expone Esteban da a entender que posee un gran conocimiento de las Escrituras, por consiguiente, ¿cómo pudo equivocarse en un dato como éste? No. No es que se haya equivocado. Es que el dato que suministra aparece en la versión griega de los Setenta (LXX). Este testimonio de Esteban nos da a entender que, la versión de las Escrituras que él manejaba para su predicación era la Septuaginta, incluidos los deuterocanónicos.
2) Otro ejemplo es el siguiente, Mateo 1,22-23: "Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros." (Biblia Reina-Valera). Lo interesante de este testimonio de Mateo es que, al utilizar el término "virgen" para referirse a la madre del Mesías, está utilizando la versión griega que es donde aparece la palabra virgen, pues la hebrea es "jovencita" o "muchacha". Lo otro interesante es que, la Biblia más utilizada por los protestantes, la Reina-Valera, en el texto de Isaías utiliza la versión griega, pues emplea "virgen" y no "muchacha" o "jovencita" según la versión hebrea.
3) Pero el testimonio de mayor peso que prueba y confirma la canonicidad de los deuterocanónicos (por lo menos uno de ellos) por un escritor neotestamentario, es el siguiente: Hebreos 11, 35: “Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor”.
La idea o creencia en la resurrección es tardía en el pueblo judío, por eso sólo la hallamos en Oseas 6,2 y Daniel 12,2, pero ninguno de estos testimonios menciona nada de soportar torturas "por conseguir una resurrección mejor” como indica el autor de Hebreos. Donde único hallamos, en el Antiguo Testamento, este testimonio de soportar la tortura "por conseguir una resurrección mejor”, es en el libro segundo de los Macabeos capítulo 7: "Al llegar a su último suspiro dijo: «Tú, criminal, nos privas de la vida presente, pero el Rey del mundo a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida eterna.»" Recomiendo la lectura de todo el capítulo. Por consiguiente, para el escritor de Hebreos, el libro segundo de los Macabeos es tan inspirado como los demás ejemplos que utiliza.
La importancia de este testimonio de Hebreos 11,35 es que, la referencia que utiliza se encuentra en el mismo libro donde aparece el testimonio de Judas Macabeo enviando una ofrenda por el perdón de los pecados de los difuntos. Así, pues, según el autor de Hebreos tenemos en él un testimonio que confirma el origen divino de tales enseñanzas.
c. Pero el testimonio que da fe y confirma, en el Nuevo Testamento, el origen divino de los deuterocanónicos lo hallamos en 2Timoteo 3, 16-17: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (Biblia Reina-Valera 1960).
Este texto de San Pablo es utilizado y totalmente mal interpretado por los protestantes para apoyar la enseñanza de hombres y anti-bíblica de "sola scriptura" o "sólo Escritura".
1) San Pablo NO pudo referirse a la Biblia tal y como la tenemos hoy, pues el Nuevo Testamento aún no existía, sólo los escritos del Antiguo Testamento.
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Nota. Para quien interese información sobre el canon bíblico, origen y desarrollo histórico, toca aquí.
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2) "Toda" Escritura (según San Pablo) NO es lo mismo que "sólo" Escritura (según protestantes). Por ejemplo, no es lo mismo decir que todas las chinas (naranjas) tienen vitamina "c" que, sólo las chinas (naranjas) tienen vitamina "c", pues también otras frutas tienen vitamina "c". Aquí se ve que los protestantes fallan gravemente en interpretar la Biblia.
3) Lo que nos interesa de este testimonio de San Pablo es que, la Escritura a la que él hace alucion como "útil" es la Septuaginta o versión de los LXX, incluidos los deuterocanónicos, si tenemos en cuenta que, una gran cantidad de referencias por él utilizadas en sus cartas son tomadas de dicha versión griega. Y si a esto añadimos el testimonio de Hebreos, teniendo en cuenta que dicha carta sea de San Pablo o de uno de sus discípulos, la realidad y confirmación de divina revelación de dichos libros es bien evidente.
d. Por consiguiente, todos estos testimonios y evidencias bíblicas dan fe de que la oración por los difuntos es una verdad sólidamente bíblica.
e. También, todos estos testimonios y evidencias bíblicas dan fe de que la Iglesia Católica NO añadió libros a la Biblia, ya ellos estaban incluidos, sino que fueron los protestantes, en contra de lo que advierte Apocalipsis, le han quitado libros.
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Para quien interese información sobre los deuterocanónicos, "Debate sobre los libros Deuterocanónicos"
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Conclusión. Luego, la realidad del Purgatorio, como hemos visto, es una doctrina que puede ser muy fácilmente establecida como una verdad enseñada por Jesucristo, San Pablo y San Juan. Es decir, la doctrina del Purgatorio SÍ es bíblica.
*Te puede interesar:
-El estado actual de las almas del Purgatorio
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MUY BUENA...TODA LA EXPLICACION QUE SE DA ..SOBRE LA VERDAD DEL EVANGELIO...LA SALVACION...EL PERDON DE LOS PECADOS...LA VIDA ETERNA..EL PURGATORIO..ETC..CREO QUE POR PARTE DE LOS CURAS..FALTA QUE PREDIQUEN MAS SOBRE ESTOS TEMAS..EN SUS HOMILIAS..
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