EL PROBLEMA DEL MAL Y LA NO CREENCIA I

Por Gerardo Cartagena Crespo




--Francisco, veo que has dejado a los protestantes en el terreno de juego y los has dejado fuera de combate -dice Luis.

--Creo que será por poco tiempo. No me extrañaría que muy pronto aparezcan con otros textos bíblicos (claro está, mal interpretados y sacados de contexto) para tratar de contrarrestar y derribar lo ya claramente planteado y demostrado.

--En eso tienes razón, y te doy la razón en la manera como has demostrado y probado la verdad católica frente al protestantismo. Pero, ¿lo podrás hacer con la supuesta verdad de lo trascendente?

--¿A qué te refieres?

--¿Me puedes probar que Dios sí existe?

--Bueno, primero hay que establecer lo siguiente. Tu acto de fe en la no existencia de Dios y mi acto de fe en la existencia de Dios son dos afirmaciones que se contradicen, por lo que uno de los dos está equivocado. Y aquí no hay término medio. Se cree o no se cree.

--¿Por qué dices que mi rechazo a la existencia de Dios es un acto de fe?

--¿Me puedes probar que Dios no existe?

--Bueno… no lo veo, no lo siento, no puedo definirlo ni medirlo…

--Porque estás cerrado a él. Además, esas no son pruebas razonables para demostrar la no existencia de Dios. Si pretendes acceder a Dios por medio de los sentidos, como se hace con un objeto de laboratorio, estás equivocado y tu juicio se basa y fundamenta en premisas falsas y erróneas.

»Para que lo entiendas mejor: mi acto de fe es la confianza plena y absoluta de su existencia, aunque no lo pueda tocar, ni ver, ni sentir, ni medir de manera física y concreta (por eso debo creer por fe); el ateísmo y la incredulidad al no poder demostrarlo por la imposibilidad de verlo, sentirlo, definirlo, medirlo… concreta y materialmente, ante este defecto ejercen un acto de fe en la no existencia de Dios.

»Ahora bien, para llegar a Dios y conocerle tal y como Él es, podemos llegar a Él de dos maneras: de un modo remoto por la razón y el entendimiento valiéndonos de la creación misma (por eso el ateo no tiene disculpa ante Dios -Romanos 1, 18ss y Sabiduría 13, 1-9-, porque por medio de Su creación puede llegar a él, si es que se lo propone y se interesa por ello, como ya lo han hecho una gran cantidad de hombres y mujeres de ciencia, que en la creación han visto reflejada la imagen del Creador y lo han aceptado); y de modo próximo por la revelación en Cristo y la fe divina (don de Dios para quienes humildemente se acercan a Él).

»Por eso te puedo asegurar que yo sí lo puedo ver en la creación, en la vida y en la bondad de muchos hombres y mujeres; lo puedo sentir cada vez que me inspira para hacer el bien a mi prójimo o para sacar un momento para orar o cuando voy y celebro la Santa Misa, cuando me siento en paz y armonía aun en medio del dolor, las pruebas y dificultades; lo puedo definir y medir como la eterna Bondad, el Infinito, el Eterno, en otras palabras el Todo que se revela a mi vida y da razón y sentido a mi existencia. Por eso el ateo y el incrédulo no pueden llegar ni acceder a él, porque están libre y voluntariamente cerrados a su acción; no dejan ni quieren ni les interesa que Dios obre en sus vidas. Y cualquier manifestación de Su infinita bondad en ellos o en otros y en la creación misma, es vista por ellos como pura fantasía, y a lo más, como una manifestación puramente natural.

--¿Por qué hablas de ateos e incrédulos como si fuesen dos formas distintas de pensamientos? ¿Acaso no son lo mismo? -interviene Samuel.

--Bueno. Existen ciertas diferencias a saber. El ateo es el que niega a Dios de un modo teórico: Dios no existe, y punto. En este sentido es un incrédulo (no cree ni le interesa creer). No hay nada más que buscar. (Aunque hay ateos prácticos: son los que dicen creer en Dios, en Jesucristo, van al templo, pero sus actos lo niegan y su vida es un ir en contra de la voluntad divina.) El incrédulo, por lo general, puede aceptar la existencia de Dios o la posibilidad de su existencia (como el agnóstico), pero no cree que él pueda manifestarse en la historia humana ni en el mundo en general (como el deísta). A este tipo de incredulidad es al que me refiero. También son incrédulos, en cierto grado, aquellos cristianos que no creen en los milagros, ni en las revelaciones privadas (me refiero, claro está, en las
admitidas y aceptadas por la Iglesia Católica), ni en apariciones de la Virgen o de Jesús (también aquellas aceptadas por la Iglesia).

»Claro, aunque no hay obligación para aceptar las revelaciones privadas y apariciones, pero sería una contradición para un católico el rechazarlas, máxime si éstas han sido aceptadas y aprobadas por la Iglesia.

»La idea es que todos los ateos son incrédulos, pero no todos los incrédulos son ateos.

»Por eso te vuelvo a repetir, Luis, si pretendes ver a Dios, sentirlo, definirlo, medirlo desde y por los medios puramente humanos, como se hace con un objeto de experimento, estás errado y vas por mal camino. Por esa y otras razones más el ateísmo es un acto de fe en la no existencia de Dios. Tu acto de fe te lleva a apostar por la nada; mi acto de fe me lleva a apostar por el Todo. Tu acto de fe es un acto puramente humano, y como tal puede errar, y de hecho te aseguro que está errado; mi acto de fe es un acto divino, que viene de Dios, por lo que me siento absolutamente seguro en quién he creído, y no temo equivocarme.

»Además, si he de demostrarte con evidencias razonables la existencia de Dios, primero quisiera, y creo que debo saber, cuáles son tus objeciones a lo trascendente. ¿Por qué te aferras en admitir que Dios no existe? ¿Cuál o cuáles son tus argumentos y motivaciones?

--Bueno, tal vez mis primeras objeciones no sean del todo sólidas o convincentes como yo esperaba. Veo que no eres hueso fácil de roel. Pero, veamos si tienes respuestas claras y convincentes a las siguientes objeciones.

»Entre los argumentos más poderosos y de mayor peso en contra de la existencia de Dios, te puedo mencionar la existencia de personas tan malas y perversas que nunca debieron haber existido. Si existe un Dios tan bueno y bondadoso como ustedes los cristianos aseguran existe, ¿por qué da la existencia a seres así de crueles?

--¡Upff! Esa sí que es una objeción muy pesada -se expresa Ana- Pero voy a ti, Francisco. Demuestra que eres un buen levantador de pesas.

--Gracias, Ana, por tu apoyo.

»Primeramente quiero aclararte una premisa errónea en la que te estás basando. Dios no crea seres malos ni perversos, sino que todo lo que él hace es bueno. Todos los seres racionales y los intuitivos (como los espíritus puros) Dios los crea en el bien, para el bien y con la capacidad de realizarlo (el ser humano, los ángeles, y si existieran seres racionales en otros mundos, a ellos también). Por lo tanto, todos esos seres humanos que han obrado y realizado obras perversas e incluso hasta diabólicas, Dios no los hizo así.

--Pero si él lo puede todo, ¿por qué ha permitido que lleguen hasta ese estado de perversión y maldad? ¿Por qué ha dado la existencia a seres que él ya sabía iban a llegar a ese estado de crueldad?

--Bueno, te responderé, aunque parezca difícil de entender (y de hecho, en tu posición no lo vas a entender). La razón principal que ha movido a Dios al crearnos es él mismo.

--No te entiendo. ¿Cómo que él mismo?

--¡Upsss! Ya veo que tengo el foco fundido, pues yo tampoco entiendo nada -se queja Ana.

--Así es, y por una muy buena razón…

--Francisco, y perdonen que les interrumpa -se anima a decir Cristal-. Creo saber a lo que te refieres, por lo que me gustaría leer un texto bíblico que nos dará luz al respecto.

--Adelante.

--En la primera carta del apóstol San Juan, en el capítulo 4, versículos 7 y 8, leemos: «Queridos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios; todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, ya que Dios es amor.»

»Así, pues -continúa Cristal-, si Dios es Amor, y el amor engendra vida, como tú, Francisco, nos has enseñado en las clases de formación, lo lógico es que Dios se abra a la vida…

--Ok. Está bien. Pero si Dios es amor, ¿por qué permite que ciertas personas lleguen al grado de maldad tal que, más que seres humanos, son peores que bestias salvajes? Aquí lo que veo es una terrible contradicción y una total y absoluta incompatibilidad entre la existencia de un Dios que es amor (a quién yo no veo ni siento ni entiendo)…

--Por eso es que no puedes creer en él -interrumpe Samuel.

--…contra la realidad visual y palpable de la maldad y crueldad de muchos seres humanos.

--Y mi respuesta a tu planteamiento y objeción va a seguir siendo la misma: porque Dios es amor (como dice el texto bíblico). El problema estriba en que la definición de amor que da el mundo (y estoy seguro que es la que tú tienes) es muy distinta y totalmente contraria a la que da la fe cristiana. Según el mundo el amor es un sentimiento que va a lo sensual, a lo erótico. Más exactamente a lo sexual, y por consiguiente a lo placentero. Por eso el amor de este mundo y según el mundo lleva a la utilización del otro como objeto de placer. Es la búsqueda del otro como medio y objeto de placer para llegar a alcanzar la felicidad. Y el otro le será útil siempre y cuando le produzca tales sentimientos.

»Mientras que el amor cristiano lleva a mirar al otro, no como un objeto de placer, sino como a semejante, con la misma dignidad de sí mismo y a quién se le debe todo respeto por ser hijo de Dios. (Por eso, los que aman de verdad, están dispuestos en sacrificarse por el otro y hacen todo lo posible para que el otro esté bien y sea feliz.) Así, pues, el amor cristiano proporciona gozo, paz, felicidad y da verdadera vida a quien a él se acoge. Pues el amor de Dios es vida y engendra vida. No así el amor del mundo y según el mundo, pues éste engendra muerte, por lo que desprecia la vida: aborto, anticonceptivos, eutanasia, divorcio, pornografía, adulterio, peleas entre hermanos y cónyuges, homosexualidad…

--Espérate un momento -interrumpe Luis-. ¿Cómo que la homosexualidad engendra muerte y desprecia la vida? Creo que estás prejuiciado contra los homosexuales.

--Bueno, la respuesta a esa acusación te la tendrá que dar Francisco para la hora del almuerzo, puesto que ya es hora de entrar -advierte Antonio.

--Upss. Ya empezamos con las interrupciones -se queja Ana-. Sólo espero que esta vez no sea pa`largo.

--Por lo menos el haber llegado temprano nos dio suficiente tiempo para escuchar bastante -aclara Cristal.

*** *** ***
--Pues bien, Francisco, ¿qué defensa posees ante la acusación de prejuicio que, según Luis, tienes contra los homosexuales? -pregunta Aníbal.

--Primeramente, yo no estoy prejuiciado contra los homosexuales, pues como hijos de Dios y semejantes míos merecen todo respeto, y por su situación toda compasión. Lo que no me gusta es que traten de imponerme su estilo de vida y traten de que lo acepte a la fuerza y obligadamente como algo normal, cuando no lo es. Tampoco me gusta que violen mi derecho a la libre expresión con tal de que se les otorgue unos privilegios.

--¿Te puedes explicar? -interroga Luis.

--Por ejemplo, ellos pretenden que no se hable ni se diga nada, ya no solamente contra los homosexuales (que como personas humanas merecen todo respeto), sino que van más allá para que los gobiernos legislen (como ya se ha hecho en algunos países) para que ni tan siquiera se hable contra la homosexualidad. Quien hablare mal contra la homosexualidad, un homosexual tendría el privilegio (no el derecho) de denunciar y demandar a la persona que así hablare.

»Como ven, nos están coaccionando y violentando nuestro derecho a la libre expresión. Si yo hablo contra un alcohólico, contra un drogadicto, contra una prostituta o contra un homosexual, estaría faltando a la caridad cristiana, por lo que ésta actitud sí es reprensible; pero nadie me puede impedir que hable, e incluso condene esos estados de vida que de por sí esclavizan a la persona humana y denigran y destruyen su dignidad como hijo de Dios.

»Segundo, como ven, mi juicio va dirigido contra la homosexualidad como tal, como sería el estar en contra del alcoholismo, la drogadicción, el adulterio, la eutanasia, la prostitución y todo acto o situación que deshumaniza y esclaviza a la persona humana, y por eso mi respeto y compasión por quienes viven atrapados y esclavizados por estos vicios.

»Mis razones para ver la homosexualidad como un acto que destruye y desprecia la vida, es porque en sí mismo no la puede producir. El acto homosexual (tanto masculino como femenino) no puede, es absolutamente incapaz de dar, comunicar o engendrar vida. Absolutamente es imposible. Y te doy un ejemplo.

»Hollywood, entre sus agendas (como sería el ridiculizar a los sacerdotes y religiosas, el mofarse de las cosas sagradas, máxime si se relacionan con la Iglesia Católica, entre otros) está el de promover y patrocinar este estilo de vida como algo bueno, pero Dios ha permitido que entre algunas de sus películas se den momentos de luz para iluminar la mente humana, como fue el caso de la película "Knowing".

--Ah, sí, ya la vi. Trata del fin del mundo -rápidamente interrumpe Ana.

--Bueno. Entre otras cosas la película trata (a parte de números, accidentes relacionados con dichos números) de unos extraterrestres que quieren que la especie humana no se extinga, sino el darles una nueva oportunidad. ¿Y cómo lo hacen? Aquí es donde está lo interesante.

»Luis, si tú quisieras salvar una especie en peligro de extinción, y la única manera de lograrlo es mudar individuos de esa especie a otro lugar más seguro y apto para su supervivencia y rápida propagación. ¿Cómo lo harías?

--Bueno... No sé… Llevando parejas para ese otro lugar.

--Muy bien. Pero, ¿qué parejas? O mejor dicho, ¿cómo deben estar constituidas esas parejas para que la especie pueda sobrevivir y no se extinga?

--Bueno. Cada pareja deberá estar constituida por un macho y una hembra.

--Exacto. Pues en la película eso es exactamente lo que hacen los extraterrestres para darle a la especie humana una nueva oportunidad para que no se extinga, buscan parejas (en este caso niños) compuesto por un varón y una hembra. De esta manera están asegurando la continuidad y permanencia de la humanidad.

--¿Por qué niños? -pregunta Ana.

--Bueno. En este caso podemos inferir que es por su inocencia, sencillez, y todos los actos buenos que poseen cuando viven una sana infancia.
»Por lo que la enseñanza que podemos sacar de esta película es que, el orden natural establecido por Dios es el único capaz de dar y engendrar vida, lo otro lo único que puede dar es muerte y destrucción.

--Pero, si se aman -sigue insistiendo Luis-, ¿qué impedimento hay el que un hombre se una con otro hombre y una mujer con otra mujer?

--Ese argumento no es valido y está errado.

--¿Sí? ¿por qué? -insiste Luis.

--Ya te dije que el amor verdadero, no el de este mundo, es vida e inevitablemente engendra vida, pues Dios que es amor, es vida. El "amor" entre parejas homosexuales no puede producir vida y es incapaz de engendrarla, por lo que ese supuesto amor no es verdadero amor, a lo más sería sensualidad, pasión, deseo, pero jamás amor. Y desgraciadamente este falso amor se da también entre parejas heterosexuales, cuando en su relación íntima utilizan toda clase de métodos anticonceptivos para impedir la vida.

»Sólo el verdadero amor es capaz de dar y engendrar vida. También el respetarla, cuidarla y defenderla.

--Bueno. Está bien. Pero… todavía no me has contestado y aclarado del todo las razones de mi rechazo a Dios. ¿Por qué Dios permite todos esos males, si según ustedes Dios todo lo puede? ¿Por qué no puede evitarlos?

--La respuesta sigue siendo que Dios es amor…

--Todavía no llegamos, y si sigues dando vueltas en lo mismo creo que… No sé. O tú no sabes dar una respuesta clara y acertada o soy yo quien, debo confesarlo, no puedo entenderte.

--Respuesta clara y acertada es la que te estoy dando; tu problema estriba en que el concepto o definición que tienes del amor es errado, y por eso no puedes ver ni entender. Pero déjame ver como puedo explicártelo de un modo fácil y sencillo.

»Bueno. Como te dije, si el Amor es vida, él engendra y da vida. Si Dios es amor, y como no es egoísta, pues el egoísmo es lo contrario al amor, Dios que es infinitamente feliz, y conociendo en sí mismo a otros seres capaces de ser felices quiere que ellos conozcan y alcancen esa felicidad, que lógicamente sólo se da en Él.

»Ahora bien, siendo Dios infinitamente sublime en todas sus perfecciones, es natural en él dar a esta criatura capaz de amar (ángeles o seres humanos o cualquier ser inteligente capaz de conocer) el modo o medio para alcanzar, por sus propios méritos y ayuda divina, el grado de perfección en el amor al cual quiera llegar. En el pensamiento de Dios al grado más alto que pueda alcanzar.

--¡Upff! No sé si te estoy alcanzando, pero creo que te estás tirando muy alto -manifiesta Luis.

--Ya yo me siento en las nubes -dice Ana.

--Pues van a tener que aterrizar, pues ya vamos a tener que trabajar -advierte Samuel.
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